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El primer gol del partido no lo metió Cristiano. El primer tanto de la vuelta de las semifinales de Copa en el Camp Nou entre el Barcelona y el Real Madrid lo hizo Jordi Roura con sus declaraciones el día antes avisando de los quehaceres de Undiano Mallenco con su equipo en los Clásicos. De seis partidos que había dirigido hasta este martes: 3 victorias azulgrana, 2 del Madrid y un empate. «Los números del equipo son peores que con otros colegiados. Tenemos en cuenta la permisividad del árbitro». Ya estaba buscando excusas antes de tiempo. El Barça no lo había hecho durante cuatro años, y lo hizo antes de uno de los partidos más importantes de la temporada. Cuando el físico no da y cuando el equipo no está enchufado aparece el miedo. Ese miedo que antes tenía el Madrid, cuando intentaba la batalla dialéctica porque no podía ganar sobre el césped, y que ahora se ha apoderado del Barcelona. Demasiadas excusas y poca autocrítica.

A Undiano Mallenco no se le puede reprochar nada. Volvió a pasar con nota el Clásico. En el penalti de Piqué a Cristiano no hay discusión y en las caídas de Pedro dentro del área tampoco. Los jugadores del Barcelona estuvieron más pendientes de él que del juego. Ahí se les escapó el partido. Sin fútbol, el teatro es mucho más teatro, no se disimula tanto y el Barcelona se retrató en el Camp Nou. Debería preocupar mucho la dinámica que tiene el Barça en los últimos partidos. Sin profundidad, sin gol y con un físico lamentable en el momento más importante de la temporada.

Sólo Iniesta dejó algo de actitud. El resto estuvieron desaparecidos, se dejaron llevar por la corriente de un equipo ‘muerto’, sin capacidad de respuesta por el agotamiento. Xavi no encontró el hueco en el medio, Piqué está lento, y sin rapidez pierde mucho, Puyol tampoco está como se vio en el segundo gol del Madrid y a Messi ahora se le hace muy largo el camino hasta la portería. Al Barcelona le faltó una referencia, alguien en quien apoyarse. No es lo mismo que la responsabilidad la absorva Pep Guardiola, que Tito Vilanova o Jordi Roura. No es lo mismo ver al banquillo y ver a un tipo en chandal que lo hace lo mejor que puede, que ver a un tipo con traje que asume la responsabilidad. El Barça está echando de menos en los partidos importantes a ese líder espiritual que era Guardiola.

En cambio, el Madrid ha sabido encontrar el equilibrio en los Clásicos. De los últimos siete, sólo ha perdido uno. Y siempre le ha zarandeado al que ‘era’ mejor equipo del mundo. El estado de forma de Cristiano se impuso. El portugués quiere ese Balón de Oro y en las citas importantes es donde se suman puntos. En el Camp Nou ya ha ganado unos cuantos. Con un Cristiano magistral, una defensa adelantada con un Raphael Varane de película, el trabajo a destajo de Di María por todo el campo y la dirección de Xabi Alonso, el Madrid le dio un repaso al Barcelona en el Camp Nou. Cuatro años después, el Madrid fue muy superior al Barcelona. Y también es mérito de José Mourinho. No hay ningún entrenador que sepa leer mejor los partidos en el Camp Nou.

Y todo esto a una y dos semanas de jugarse el futuro en la Champions. El Madrid ya va a final por partido y es donde mejor se desenvuelve. A Sir Alex Ferguson seguro que no le gustó nada el partido del Camp Nou. El Madrid, con la misma intensidad y concentración se llevará de calle la eliminatoria pero cada partido es una historia. El Barcelona, para colmo, tiene que remontar al Milan dos goles de desventaja, a un equipo italiano que le gusta verse sin balón y esperar. Lo único que puede hacer es agudizar sus problemas… O ser la piedra en la que levantarse para volver a tener profundidad, crear ocasiones y dejar de marear el balón ante el aburrimiento general.

Es el peor momento del Barcelona en esta generación de títulos y no es bueno mirar hacia otro lado como hizo Sandro Rosell tras el partido: «Tenemos compromisos más importantes que la Copa». Seguro que sí, pero la solución no es pensar más allá sin asumir los errores que se cometen. Lo más preocupante es el estado físico de los jugadores que no invitan a una posible respuesta. Así, todo es mucho más grave. Ya lleva una temporada larga en que la presión de la primera línea no es agresiva, que no muerde como hacía al principio. Puede ser desgana, cansancio o un sentimiento de superioridad porque hasta ahora las cosas habían salido bien. Aún así, si hay un equipo que se ha ganado margen de confianza este tiempo, ese es el Barcelona. Este es el momento en el que el Barça que ha marcado una época tiene que levantarse o agonizar. En dos semanas viene el Milan, si queda eliminado, la Liga sabrá a poco. Es momento de saber levantarse, sin excusas. Y demostrar lo que han aprendido en estos cuatro años…

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